Descripción
El corazón de una madre. Estás páginas buscan darnos a conocer el corazón de María para enamorarnos más de ella e imitar mejor las virtudes que encarnó en su vida.
Una experiencia madura en la vida cristiana tiene que ver mucho en algún momento de la vida con María, la Madre de Jesús. Para unos este contacto con María empieza en la misma infancia gracias al cercano y decisivo influjo de la propia madre. Otros la conocen por primera vez en su adolescencia. Otros se encuentran con ella en las inquietas aguas de la juventud. Hay también quienes la empiezan a tratar en su vida adulta, cuando ya han recorrido buena parte de la propia existencia…
María recibió de su Hijo en el Calvario la misión de velar por Juan y, en él, por cada uno de los futuros creyentes. Y el mismo Señor le dijo a Juan: «He ahí a tu Madre» (Jn 19, 27). Hay, pues, una relación mutua que va de María a Juan y vuelve de Juan a María. Y es una relación que tuvo lugar por vez primera en un momento histórico particular, pero que se extiende a todos los momentos posteriores de la historia de la humanidad. Por lo mismo, cada uno de nosotros ha de sentir dicha para él mismo de modo muy personal e irrepetible la consigna del Maestro en la cruz: «He ahí a tu Madre» (Jn 19, 27).
De esta Madre nos interesa sobre todo su corazón, comprendido aquí no tanto como el órgano fisiológico que bombea la sangre a todo el organismo y permite la vida, sino como ese «órgano espiritual» del amor, como la zona espiritual más importante de la persona, la que la hace buena o mala, abierta o cerrada, generosa o egoísta, creyente o no creyente, cercana a Dios o alejada de él…